julio 03, 2009

Y yo, pensando guijarro como nube















Mi ventana se desplaza por encima de jirones nebulosos e informes.
Es la velocidad quien rompe los cúmulos de mi perspectiva en lineas profusas y dispares.
¿Cuanta distancia será necesaria recorrer?
¿Cuanto aliento cabe en una bocanada?
Ahora que comprendo este movimiento, puedo ya alcanzar mis prófugos deseos.

marzo 20, 2009

C: Sigourney Ranch

Michael Wells tomó su remington 870, calibre 12, sus binoculares con vision nocturna, un cuchillo, un cambio de ropa y montó su Ford Lobo rumbo a Sigourney Ranch. El anuncio en su página web rezaba "Sigourney Ranch, Hunting Lease, where you can hunt wildlife." El rancho se encontraba en la frontera, en Sulivan City, muy cerca de McAllen, Texas. Michael se consideraba un cazador experto, antes había cazado pavos salvajes, jabalíes, venados e incluso un oso en el norte. No pudo cazar tigres, pues no aparecieron en las dos semanas que paso en la India, pero para él fue como si hubiera cazado uno. Hacia ya treinta años cazaba y otros ocho que acudia a lugares controlados para su esparcimiento.

Llegó a medio día al rancho. Fue recibido por Dirk, quien había respondido el mail de Michael confirmandole que, efectivamente, en ese rancho se practicaba la caza de ratones del campo. Intercambiaron un saludo frío, y luego Dirk lo acompañó a la recepción del rancho. La estancia era muy grande en superficie, y en construcción contaba con un restaurant cinco estrellas, dos salones para eventos especiales, 40 habitaciones de distintas categorías, un lobby, bar, picinas, canchas de tennis y caballerizas. Dirk explicó a Michael que tendrían que esperar a un huesped que tenía la misma aficción por la caza. Pasarían la noche los tres en una cabaña a unos 25 km del rancho, y salidrían por la madrugada de caceria. Dirk aseguró que los animales se presentarían.

Las cabezas de animales colgadas en las paredes del privado le recordaron a Michael su hogar. Había muchas bestias, incluso, de otros continentes, inmóviles y con apariencia amenazante. Dirk sacó a colación el tema del dinero. El pago se realizó en efectivo como habían convenido. Luego, Dirk explicó cómo haría el registro de una habitación en un hotel de Sulivan City por esa noche para Michael, pues el rancho se preocupaba mucho por sus huespedes, sobre todo, los que tenían preferencia por estas presas tan particulares. Dirk le pidió a Michael que no se moviera del privado, que era preferible que nadie lo viera en las instalaciones del rancho, que regresaría en un momento con el otro compañero de caza. "Presentese simplemente como Mike", pidió como última petición Dirk antes de salir. Pasada media hora, regresó con un hombre de unos 45 años que se presentó como Rob. El saludo también fue frio, más no despertó ninguna incomodidád en Michael, que hasta lo prefería así.

Tomaron una camioneta del rancho que estaba cargada con provisiones. Salieron cerca de las tres de la tarde por un camino de terracería hacia el interior de la estancia. Fue un viaje de dos horas casi en silencio. El paisaje estaba desprovisto de toda presencia humana, sólo se veían matorrales y plantas con espinas. Finalmente llegaron a una cabaña que no tenìa nada que ver con los lujos del rancho. Dirk les preparó algo de comer y luego se fueron a la cama. "Los despierto cuando sea hora de salir." les dijo Dirk mientras se acomodaban en sus camas.

Cerca de las dos y media de la mañana tres golpes secos sacaron a Michael de un sueño que se desarrollaba en sudamérica. Dirk se levantó en seguida y salió de la choza. Desde fuera Michael escuchó una conversación en español entre Dirk y el hombre recién llegado.

"Están esperandome en el árbol de siempre, usté no'mas eche un tiro al aire y va a ver cómo empiezan a correr. Son tres, dos machos y una hembrita." "Ta' bueno don, mañana pase por lo suyo al rancho, 'ora mejor vayase, asi los huespedes se sienten mejor."

Aunque no entendía nada de lo que decían, Michale comenzó a sentir la emoción de la caza. Rob seguía dormido, mientras Michael irrigaba adrenalina a sus arterias. Comenzó a salivar, recordando la ocasión en la que se enfrentó a aquel oso gris de 300 libras. Michael se levantó y estuvo listo en 30 segundos. Luego Dirk entró, despertó a Rob y les explicó a ambos: "Estamos listos. Los voy a llevar a unas 100 yardas de dónde están, y de ahí en adelante, ustedes saben." Michael asintío en silencio. Esperaron que estuviese listo Rob y salieron a la noche sin luna. Las manos de Michael comenzaron a sudar. Hacía mucho tiempo que no sentía toda esa emoción, salir por la noche, acechar a su presa. Caminaron unos 20 minutos procurando no hacer ruido. De pronto Dirk se detuvo tras un matorral. Sin decir nada, apuntó con la mano un árbol. Ahí estaban, tres siluetas en torno al tronco descansaban. La respiración se le entrecortaba a Michael. Dirk sacó una pistola pequeña y dió un tiro al aire.

Las presas comenzaron a gritar con horror en idiomas inteligibles para Michael. Cada una corrió en una direccion distinta. Michael siguió a la que le pareció la más rápida como mandato de su ego. Fue tras ella unas 150 yardas, luego se detuvo, tomó la escopeta y tiró del gatillo. Su presa cayó al piso. El corazón le latía rápido, hiperventilando y escurriendo sudor, se acercó a su trofeo. Ella seguía con vida, pero sólo sollozaba en silencio. Ya no serviría como trofeo, pero, como buen cazador, tenía que darle el tiro de gracia al animal. Cuando Michael se acercó más y pudo ver su rostro desfigurado por el horror y el dolor vió a su madre, cuando él tenía 17 años, tirada al lado de la cama con un tiro en el abdomen de la .357 magnum que su padre ponia bajo la almohada. Ella estaba tendiendo la cama. Los paramedicos no llegaron a verla con vida. Un terrible grito regresó a Michael al presente. Su presa había recibido el impacto entre la cadera y el abdomen del lado derecho. Los gritos continuaron mientras se contorsionaba tratando de alejarse del cazador.

"¡Por favor señor, no me mate! ¡No me mate!" Todo el poder que Michael sentía se transformó en miedo y vacío. A diez yardas de su presa, que no dejaba de llorar y gritar, Michael se paralizó del horror. La sangre que manaba de su presa ya formaba un charco debajo de ella. "¡Por favor, no me quiero morir!". Una lucha entre el miedo y la desesperación se apoderaron de Michael, le eran insoportables los berridos que daba la muchacha a la que le acababa de disparar. "¡No me mate, no me mate!". Era insorpotable estar parado ahí, pero los gritos eran lo peor. Michael tomó la escopeta, apuntó al rostro y terminó con los gritos que no comprendía en su idioma, pero que podía enteder con amplia claridad.

enero 26, 2009

C: Dos ojos de fuego, cien ojos de piel


Aunque Mako le indicó que no saliera, aún así lo hizo. Desde las chozas que se encaramaban en las alturas de las ceibas, escapaban sonidos de confusión y excitación. Abajo, en un claro entre la maleza, el hombre Jaguar entregaba un par de papiros amarillentos a Mumba, líder de la aldea. Muuk’ nunca había visto a un hombre de Bonampak, y mucho menos un hombre Jaguar. Su madre contaba historias a él y otros niños de los grandes señoríos que se extendían por todo el Mayab, pero el de Bonampak era el favorito de Muuk'.

El extranjero era alto y de piel cobriza, tenía unos 27 años. El cabello negro y largo le colgaba hasta la media espalda. Llevaba la cabeza cubierta por un yelmo de jaguar, su rostro sobresalía entre las fauces de la fiera. Tenía una expresión profunda y tranquila, miraba con benevolencia a la mujer que recibía con honores el mensaje del ahau. Del cuello le colgaba un colmillo bañado en oro, la espalda y el pecho desnudo, con excepción de una cinta de piel del felino que cruzaba en diagonal su cuerpo. La misma textura se repetía en su taparrabos y en los brazaletes que usaba en codos, muñecas y arriba de las rodillas. Las sandalias que portaba eras de una corteza obscura y muy dura, con cintas que contorneaban las pantorrillas hasta sus rodillas. En su espalda, cargaba un cajac con nueve flechas, todas adornadas con plumas verde esmeralda. De su cinturón colgaba una hermosa daga de obsidiana con una piedra roja en forma de corazón en el centro del mango.

Al fin, los murmullos se fueron apagando y se hizo silencio. Muuk' corrió a las faldas de Mako que miraba desde las alturas. Abajo, la anciana inclinó la cabeza en señal de respeto, agradeció a las fuerzas del universo y luego al ahau de Bonampak. Entonces Mumba habló a la aldea "Desde la hermosa Bonampak ha venido este guerrero con un mensaje del ahau. La guerra entre Toniná y Palenque se extiende en el sur y el oeste, siendo cada vez más feroz y más peligrosa para las pequeñas villas de Lacan-Tún. El señor de Bonampak ha ofrecido proteger nuestra tierra de la guerra. A cambio, nuestro pueblo le jura fidelidad y tributo a la hermosa Bonampak." La villa estaba perpleja. Si bien, todos sabían de las guerras entre Toniná y Palenque, esta sería la primera vez que la aldea se uniese a un señorío. Siempre habían sido un pueblo valiente, autónomo como pocos en la región. Su situación de neutralidad les permitía hacer comercio con casi todas las ciudades del Mayab. El jurar lealtad al señorío de Bonampak traería beneficios al pueblo, como la protección de la guerra, los niños podrían ir a Bonampak a instruirse en artes de magia ó guerra, y los ancianos de la villa podrían participar como parte del consejo de sabios de Bonampak. Por otro lado, también precipitaría a la población a la guerra inevitablemente si Bonampak se ganara la enemistad de alguna de las dos ciudades en guerra. "Hemos de reunirnos los ancianos a tomar una decisión. Esta misma noche el ahau tendrá su respuesta." El hombre jaguar inclinó la cabeza en reverencia. Mumba dio instrucciones para que se le dieran todas las comodidades al extranjero y un lugar dónde descansar.

Aún en lo alto, Muuk' siguió con los ojos al hombre jaguar hasta que éste se perdió en la espesura. Soltando la falda de su madre, se precipitó por las escaleras clavadas en el tronco. Mako, que leyó todo, solo le recomendó no molestar al hombre si descansaba. Muuk' no era el único niño de la aldea que se había quedado impresionado por el guerrero. Para cuando llegó a la orilla del río, un grupo de unos 6 chicos observaban cómo el guerrero, solitario, río abajo, extendía sobre una roca al sol su atuendo. Ordenó sus prendas con el yelmo al oeste, la faja, la daga y el cajac en el centro, los brazaletes a ambos costados, como si siguiesen los brazos, el taparrabo y las sandalias al este. Lanzó una mirada a los niños, un tanto curiosa, un tanto sn juego. Luego les sonrió, y, sin dejar de mirarlos, dio dos pasos atrás y se dejó caer en las aguas del río, todavía sonriendo.

Muuk' estaba intrigado con el yelmo. Sabía de las bestias que habitaban la selva, más nunca había visto a un jaguar. Las manchas negras sobre el naranja, la textura suave a la vista y lo amenazador de los colmillos encantaron su mirada. Caminó río abajo para acercarse más al extranjero. Solo lo siguieron dos niños más pequeños que él, enamorados por esas prendas mágicas. Muuk' trepó una piedra a unos cuantos metros de donde reposaba el jaguar al sol. Los otros niños no lo acompañaron, pero permanecieron en la orilla, expectantes. La presencia de la fiera era muy poderosa, como si de un momento a otro el jaguar fuese a rugirle a los niños que lo observaban embelezados.

No había señales del hombre que vestía al jaguar, y la curiosidad de Muuk' lo acercó más a la piedra. Al fin lo vio de cerca. El yelmo era mucho grande que su propia cabeza. Podía ver en detalle las manchas de la piel, el tamaño de los colmillos, los bigotes negros aún rígidos, las obscuras cavidades de los ojos, donde alguna vez brilló el fuego ámbar de las leyendas que Mako contaba.

Muuk' sentía el miedo en sus latidos, pero algo lo mantenía en ese sitio. Dio un paso más para acercarse al jaguar y, entonces, una fuerza lo levantó por la cintura rápidamente. El hombre jaguar, escurriendo agua todavía, tenía a Muuk' colgado en su hombro. Una vez que se percató que no faltaba nada, lo puso de nuevo en la piedra. Muuk' no había podido emitir ni un suspiro, su aliento se paralizo desde que fue levantado hasta que de nueva cuenta sus pies estuvieron sobre la roca. Los dos niños que observaron todo soltaron un par de carcajadas. El hombre también sonreía. Muuk' sintió mucha vergüenza, pero el guerrero le obstruía el paso para escapar de la situación. El jaguar seguía al sol. La mirada de Muuk' nuevamente se posó en el yelmo. "Es muy bello, ¿no?" dijo el hombre, "¿Cual es tu nombre?". "Muuk', señor" respondió en automático el pequeño. "Pequeño Muuk’, debería castigarte por acercarte a mi espíritu guardián. ¿Qué no sabes que el alma de la fiera devora a niños y guerreros por igual?" "yo..." intentó balbucear Muuk'. Estaba realmente avergonzado. Si bien la mirada del hombre jaguar era dura, también brillaba la indulgencia en sus ojos. Se quedaron en silencio un minuto, cuando Muuk’ preguntó "¿Qué hizo con los ojos de fuego?". Se dibujó una amplia sonrisa en la cara del hombre. "Sus ámbares los regresé a nuestra madre, bien profundo, para que así pudiera reconocer el camino en el inframundo. Así debe de hacerse, sobretodo con los rivales de guerra." El hombre tomó el yelmo con ambas manos y lo sostuvo unos segundos. Luego, lanzándole una sonrisa cómplice a Muuk', le dijo que se acercara. "Balaam suele embrujar a la gente." le dijo "Sacerdotes, doncellas, grandes señores. Siempre gente que siente el llamado del dios-fiera, todavía no se si son valientes o temerarios.” Guardó silencio un momento y luego le dijo “Puedes tocarlo". Muuk' acercó su mano a la nariz. Dudó un segundo, y luego la acarició. Era más suave de lo que pensaba.

"¿Qué pasa si no se regresan los ojos a la tierra?" Preguntó Muuk'. "Se convertirán en espíritus errantes, espectros que no pueden descender al Xibalbá y acosarán a quien les haya impedido ver el camino de los muertos." El hombre se quedó mirando a la nada un minuto, como si recordara algo, "De cualquier forma, dicen que si haces eso a tus enemigos, el mismo espíritu Balaam, el dios fiera, se encargará de venir por tus ojos para que otros puedan ver ".







Los techos de palma seca ardían entre las flechas en llamas que zumbaban en el aire. Se levantaban gritos de horror y desesperación de los habitantes. Los mismos guerreros que lanzaban las saetas e incendiaban las chozas de las ceibas, esperaban que los habitantes bajaran de los árboles para matarlos en tierra. Masacraban por igual a hombres, mujeres y niños apenas tocaban tierra. Algunos intentaban defenderse de sus atacantes arrojando objetos desde lo alto, mientras otros intentaban sofocar el fuego en el que ardían todas sus pertenencias. Toniná atacaba la pequeña villa.

Muuk' reconoció la gran piedra junto al río. Habían llegado finalmente. En su corazón albergaba la esperanza que Toniná todavía no hubiese atacado la aldea, más pronto descubrió con horror que llegaban tarde. Detuvo a sus hombres en una encrucijada, dos de ellos conocían tan bien como Muuk' el terreno. Dos grupos con arqueros rodearían la ciudad y un tercer grupo iría a la vanguardia. La prioridad, dijo Muuk’, era la vida de los inocentes.

Cuando llegó al claro principal de la villa, debajo de las casas, contó 12 guerreros. Las flechas seguían volando por el aire. Los gritos de la gente se confundían con los aullidos de los monos y el griterío de las aves. La furia y el horror lanzaron a Muuk' al frente. Tomó su daga de obsidiana colgada del cinto y la enterró por la espalda al primer guerrero de Toniná que encontró en su camino. Los hombres de Toniná se impresionaron al ver al grupo de hombres de Bonampak que defendían la villa. El líder era un guerrero jaguar. Las flechas cambiaron de blanco a los hombres de Bonampak. Con un grito aterrador, Muuk' se lanzó contra un guerrero que apenas y pudo desenvainar su arma antes de ser penetrado en el hombro por la obscuridad de la daga Jaguar. Nuevos zumbidos rompieron el aire, flechas con plumas verdes atravesaron la garganta de dos hombres de Toniná. Como si fuese su brazo, la daga de Muuk' atacó a otro guerrero que se defendía. Dos estocadas fueron suficientes para romper su escudo de roble, al tercer golpe, la daga entró por entre los ojos de su rival. Los guerreros de Toniná corrieron hacia el río para escapar. Los hombres de Muuk' ya estaban dentro de la aldea, persiguiendo a sus rivales. Dio la instrucción de que los siguieran y atraparan. Algunas chozas todavía ardían en la altura, los habitantes del pueblo no reconocieron a Muuk', el dolor de sus muertos y perdidas los enceguecía. Entre la maleza había cuerpos mutilados o cruzados por flechas. Entonces Muuk' la vio. Se arrodilló ante Mako, que yacía entre la tierra, embarrada de sangre y sin respiración, con una flecha en el pecho y otra en el abdomen. Muuk' sintió cómo se le desgarraba el interior, sintió un gran calor, le dieron ganas de correr y aullar por toda la selva. Nunca se creyó capaz de sentir tanto dolor. Se le nubló la vista y perdió el equilibrio. El cuerpo le ardía, sus entrañas se quemaba, la rabia le endurecía la mandíbula, le llenaba de impotencia y de odio.

El segundo al mando de su grupo se acercó para reportarle el estado de la situación. "Perseguimos a ocho guerreros por la selva, de los cuales, perecieron tres en la persecución. Uno se quitó la vida a si mismo al verse atrapado y el resto se rindió. Fueron 18 hombres los que vinieron de Toniná a atacar la aldea según confesión de los prisioneros. Los cautivos ya están amarrados y listos para llevarlos a Bonampak". Sin darle ni una mirada a su subordinado, Muuk' le ordenó "¡Mátenlos a todos! Quiero los ojos de esos infelices.", "Pero señor..." Bastó una mirada del hombre jaguar para que se cumpliera la orden. Los ojos de los guerreros fueron hilados las hebras de un agave y colgadas en un cedro, lejos de la aldea.

La noche se cernió sobre la gran Lacan-Tún. Las bestias de la noche se empezaron a mover. Muuk' tomó el camino al río. Llegó hasta la piedra dónde conoció al hombre jaguar y, de la misma forma, se despojó de su atuendo. Entre la espesura, vio un par de destellos ámbar, dos chispas de fuego que caminaba entre las sombras. Caminó hacia ellos, sintiendo el interior de su cuerpo ya consumido.